La agrupación 'American Ballet Theatre II' (ABT II), integrada por bailarines en proceso de profesionalización y que podrán formar parte del prestigioso American Ballet Theatre, lucirán sus zapatillas por primera vez en Madrid.
Los 14 artistas se presentarán de hoy, mañana y el domingo en el escenario de Puerta del Ángel, dentro del marco del festival Veranos de la Villa.
«En el programa hay coreografías para agradar a todos, desde aquellos que van a ver los 'tutús' hasta los que buscan algo moderno. Sólo no bailamos 'hip hop'», detalló el director artístico Wes Chapman , ex bailarín de la ABT, que antes dirigió el Alabama Ballet y fue bailarín principal del Ballet de Múnich. La compañía ofrecerá piezas de repertorio como el 'Allegro brillante', de George Balanchine, y tres 'pas de deux: 'El corsario', 'Don Quijote' y el adagio del segundo acto de 'El lago de los cisnes'.
AMERICAN BALLET THEATER II
Escenario puerta del ángel (Avda. de Portugal s/n)
Del 7 al 9 de agosto, a las 21.30 h.
Entre 18 y 35 euros
Fuente: elnortedecastilla
Los componentes del American Ballet Theatre II aprovecharon su poco tiempo libre en Madrid para visitar el Museo del Prado. Os adjuntamos un artículo publicado en el diario El mundo referente a ésta visita.
De Ballanchine, a Goya: los bailarines del American Ballet toman el Prado
Aitor Hernández-Morales
Los jóvenes del American Ballet Theatre II (ABT II) generalmente viven rodeados por la belleza sutil del ballet clásico. Pero en sus pocas horas libres en Madrid, han decidido ir expresamente al Museo Nacional del Prado, para ver las obras más perversas de la mente de Francisco Goya y Lucientes.
- "¿¡Qué hace con ese niño!?"
- "¡Creo que se lo come!"
- "¡Qué asco!"
Agrupados ante el famoso Saturno de Goya, los ocho jóvenes disfrutan del espectáculo pictórico. Normalmente, la compañía, compuesta por 14 de los mejores bailarines del mundo de entre 16 y 20 años, se encarga de monopolizar la atención pública. Parecen estar feliz de encontrarse fuera de los focos de luz por unas horas breves.
"Es divertido ser bailarín, pero las giras pueden ser brutales", confiesa Calvin Royal, de 20 años. "Es mucha presión, pero te acostumbras, y esta gira va bien. Llevamos en España algo más de una semana, y hemos estado en Santander, en Girona y justo ayer llegamos a Madrid".
"Sabemos que estar aquí es todo un privilegio", añade Brian Waldrep, de 19 años y con apariencia más propia de un jugador de fútbol que de un bailarín. "Con el ABT II viajamos por todo el mundo, gratis, e incluso nos pagan para que hagamos lo que amamos. Pero no te puedes imaginar de lo que nuestros cuerpos tienen que soportar."
Desde el otro lado de la sala se escucha el lamentar de Katie Boren, de 17 años, ante otra de las Pinturas Negras. "¡El perro en ese cuadro se ahoga! ¡Qué cruel!"
April Giangeruso, de 18 años, parece ser la más familiarizada con el arte español del grupo. Dándose por satisfecha con la obra de Goya, le pregunta al grupo,"¿Y ahora, a por los Velázquez?"
Sacrificio para lograr ser los mejores
Entre el grupo que avanza por los corredores del Prado va Meaghan Hinkis, de 18 años, reciente ganadora de la medalla de bronce en la Competición Internacional de Ballet de Helsinki, el campeonato más importante del mundo del ballet.
"Ha sido un verano bastante movido, pero muy divertido", dice Hinkis, del estado de Connecticut. Lleva bailando desde los seis años. Al conseguir un puesto con el ABT II sus padres supieron reconocer la importancia de esta oportunidad y vendieron la casa familiar, dejando toda una vida detrás para mudarse a Nueva York, donde está basada la compañía, filial directa del American Ballet Theatre (ABT).
"Hay mucho sacrificio, y la verdad es que todos hemos necesitado del apoyo de nuestras familias para llegar a este nivel," dice Courtney Lavine, de 20 años.
A pesar de sus edades, casi todos los miembros de la compañía están independizados y comparten pisos con otros jóvenes en la Gran Manzana, alejados de sus respectivas familias. La mayoría también han completado sus estudios, sea por correspondencia o con tutores privados.
"Vamos a nuestro paso, porque estamos desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde en clases especializadas del ABT o en ensayos", dice Skylar Brandt, que con 16 años es la más joven de la compañía. "Cursamos todo por correspondencia".
Ante el Descendimiento de Van der Weyden el grupo se queda callado, casi en estado de reverencia.
"Es increíble... Se ve incluso la textura de la ropa... Es como si fuera una fotografía", murmulla Giangeruso.
Ya entre las obras de Velázquez todos coinciden que la infanta Margarita de Las Meninas es adorable; se quedan en estado de shock ante un cuadro de Felipe IV, que insisten tiene la cara idéntica a un compañero del ABT en Nueva York.
Chicos en mallas
Mientras las chicas acuden a la tienda en la ampliación de Moneo, los chicos descansan y hablan de cómo entraron en el mundo del ballet.
"Yo entré tarde, con once años", dice Colby Parsons, un rubio de 19 años. "Mi madre nos decía a mí y a mis hermanos que si seguíamos parándonos con tal mala postura, nos iba a obligar a acudir a clases de ballet. Seguía sentándome jorobado, así que al final me mandó a las clases. Lo que no nos esperábamos es que me gustara tanto."
A pesar de empezar tarde, Parsons ha llegado a ser uno de los bailarines más destacados del ABT II.
A mí me encanta el ballet, y si quieres algo mucho, y trabajas duro, puedes llegar a un buen nivel. Lo bueno es que al haber empezado tan tarde llevo menos tiempo desarrollando las malas costumbres que luego son difíciles de superar."
"Lo que me gusta de ser bailarín es la emoción que sientes cuando estás ante la audiencia", explica Parsons. "Es increíble, y me acuerdo de la primera vez que subí al escenario con 13 años, la primera vez que sentí todo eso... Entonces quise ser bailarín".
Waldrep también dice que la emoción que genera el escenario es lo que le motiva.
"Es un escape. Te olvidas de todo lo que conforma tu mundo, y te enfocas totalmente en el baile. El ballet clásico es la búsqueda de la perfección, y lo genial es intentar llegar lo más próximo a esa perfección. Esa es mi meta, siempre."
Todos coinciden en que ser bailarín y chico a veces no es fácil. Aunque Royal y Waldrep fueron a institutos especializados de artes, Colby sufrió bullying en su bachillerato californiano, que describe como un lugar "totalmente enfocado en los deportes".
"Cuando se enteraron que practicaba ballet los chavales acabaron conmigo. Tuve que dejar a ese instituto y a partir de los 13 años mi madre me empezó a educar en casa".
Royal, por su parte, dice que su familia tardó en tomar el ballet como algo serio en su vida porque era chico.
"Tardaron en notar que esto iba en serio. Pensaban que el ballet era sólo un pasatiempo, pero fue hace un par de años me vieron por primera vez en una presentación del ABT y por fin entonces se dieron cuenta cuánto me enamora el baile. Entonces aceptaron que esto es lo que quiero hacer durante el resto de mi vida".
La meta: el American Ballet Theatre en Nueva York
Todos los miembros de ABT II reconocen que la meta es llegar a ingresar en la compañía profesional del ABT en Nueva York. El proceso es difícil: aunque la gran mayoría de los miembros actuales de la compañía de ABT han pasado por ABT II, sólo admiten nuevos bailarines según las necesidades de cada año - como mucho, entran cinco.
"Son los mejores de los mejores. Es difícil entrar, pero bien vale el esfuerzo," dice Waldrep. "Todos nos sentimos nerviosos cuando pensamos en ello, porque hemos bailado con la compañía muchas veces y sabemos a que nivel están. Muchos dicen que nosotros somos los mejores de nuestra edad, pero después de bailar con los mejores del mundo, la verdad es que todo lo que sientes es humildad".
Parsons y Lavine.
Ante el reto inmediato del estreno el viernes por la noche, en el escenario de Puerta del Ángel, los jóvenes se muestran más relajados.
"Siempre hay nervios, especialmente en una ciudad como Madrid. Las audiencias aquí son muy cultas, y les quieres impresionar. Esta gente sabe de ballet", dice Lavine.
"Hasta ahora la recepción en España ha sido genial - en Girona nos aplaudieron muchísimo, e incluso nos taconearon - pero queremos tener éxito en Madrid, también".
Royal, por su parte, se muestra feliz con el estreno que se avecina.
"Es genial que sea al aire libre. Tener la luna allí definitivamente cambia el ambiente cuando estás bailando el Lago de los Cisnes.
Waldrep añade, "No puedo esperar".
Fuente: elmundo.es
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