3 ago 2009

El Corella Ballet en La Granja

El pasado día 1 de agosto, el equipo de Por Alegría pudo disfrutar de la actuación del Corella Ballet en la Real Fabrica de Cristales de La Granja de San Ildefonso.

Fue una noche de estrenos en la que la Compañía brilló como ya nos tienen acostumbrados.
Destacamos sobre todo la coreografía creada por uno de los bailarines de la Compañía, Russel Ducker, que nos dejó impresionados.

Os adjuntamos la crítica del periodista Alfonso Arribas publicada en el nortedecastilla.es , que describe muy bien cómo fué el evento.


Amaneció el día poco alentador. Después de un mes y medio sin ver una sola nube de lluvia por estos parajes, en la jornada anunciada para la apertura del nuevo ciclo de Las Noches Mágicas de La Granja la amenaza de un nuevo chaparrón (empieza a ser una relación casi matemática cuando Corella programa en San Ildefonso) situó el montaje en el alambre. Al final, sólo el frío ocupó asiento, haciendo incómodo pero no imposible el disfrute de la degustación.

Otra circunstancia singularizó la cita. Había mucho de acontecimiento social en esta inauguración, lo que supuso que el patio de la Real Fábrica de Cristales se llenara de curiosos más que de amantes del género, de observadores ocasionales más que de aficionados frecuentes, y eso provocó una cierta frialdad en la acogida, especiada incluso con algún gesto de incomprensión hacia el trabajo de la compañía a la hora de valorar, por ejemplo, las necesarias transiciones entre las distintas coreografías.

Se plantaron estos árboles en medio pero a muchos no les impidieron ver un bosque realmente delicioso, un repertorio diseñado con gusto, comprometido con la variedad que tanto gusta en los festivales de estío y ejecutado con la solvencia que ya se supone a una compañía tan joven en el más amplio sentido de la palabra.

La cita propició nada menos que el estreno mundial (en ocasiones este adjetivo se utiliza con intención hiperbólica, pero en este caso es meramente descriptivo) de una coreografía horneada en el seno del Corella Ballet Castilla y León: 'Epimetheus'. Firmada por un jovencísimo integrante del grupo, el inglés Russell Ducker, la obra es un bello ejercicio de plasticidad con aires contemporáneos y un toque panteísta, de conexión con la naturaleza y el universo. Epimetheus es uno de los satélites de Saturno y los bailarines adscritos al montaje evolucionaron sobre el escenario con esa ingravidez y ductilidad que imaginamos reina allí fuera.



Se apuesta por un coherencia temática y visual, apoyada en el vestuario de los protagonistas y en un fondo de pantalla sideral, y por una danza armónica, repleta de perspectivas y alimentadora de movimientos muy diversos generados desde la naturalidad. Siendo aún un retoño, la coreografía me pareció encantadora y muy apetecible.

Antes de eso, un semiestreno (acaba de llegar de Perelada, donde se ha incorporado al repertorio). Se trata de la primera obra firmada por el propio Ángel Corella para su compañía, 'String Sextet', con música de Tchaikovsky. Aquí el fondo es más terrenal, tanto como la vieja y alegre ciudad de Florencia, que sirve de contexto para un montaje más clásico que el anterior, una carta de presentación que superó muchas expectativas.


Cuerpo de baile pometedor

Alguna disonancia hubo en este inicio, pero sirvió para demostrar que el cuerpo de baile promete y para recordar cuáles son los valores que han alzado a Corella al estrellato internacional. Se exhibió en sus giros vertiginosos, en sus saltos poderosos y en esa simpatía indisimulada que contrarresta la carga de tensión muscular que exige la interpretación. Los números colectivos dejan imágenes de ensueño, formaciones de estética eficaz que dan esplendor al conjunto.

Y cerró la noche, ya de madrugada, la puesta en escena de 'Fancy Free', coreografía creada por Jerome Robbins sobre una espectacular obra musical de Leonard Bernstein. Danza narrativa para desarrollar un cuadro argumental simple que constituye una prueba para la capacidad actoral con la que deben completar su formación los profesionales de la danza, ya que sin una convincente incursión en la comedia la pieza no funcionaría. Y funciona.

Tres marineros atracan en escena con la jovialidad incandescente. Pronto dos damas interrumpen su conversación de taberna y en torno a ellas los jóvenes ejecutan una larga ceremonia de seducción que resulta muy divertida. Con aires de musical, Joseph Gatti, Iain Mackay y Ángel Corella se marcaron unos alardes repletos de gracia y técnica que, esta vez sí, arrancaron algunas ovaciones espontáneas entre el respetable.

Aún así, creo que el trabajo de la compañía mereció un punto más de entusiasmo, del reconocimiento que merece un residente por derecho en el Olimpo de la danza y su ciclópeo proyecto artístico y formativo.


Fuente: nortedecastilla.es
Fotografía: Paloma Novillo

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