"España carece de una compañía nacional de danza que dé oferta de futuro"
Tamara Rojo desgrana los puntos débiles del sector tras presentar el Programa de Ayuda a la Danza Clásica.
Tamara Rojo es magnética. No sólo en el escenario. Fuera de él mira, habla y calla de un modo encantador. Es lo que los franceses denominan "allure". Al finalizar la rueda de prensa sobre el Programa de Ayuda a la Danza Clásica acapara los halagos de todos; también los abrazos de todos. Como un imán, atrae el interés de cuantos la han escuchado obnubilados. Y en las distancias cortas tampoco falla: gesticula, se explica dulcemente y es capaz de interrumpirse para complacer a las fans que le piden una foto.
Su dedicación no la delata como una estrella inaccesible, en parte porque se está preparando para seguir en la danza, pero lejos de los focos. Prepara un doctorado bajo la dirección de Amador Cernuda y no ve lejana una reconversión a otras áreas artísticas, como la gestión. “El código de buenas prácticas me da muchas esperanzas”, admite, radiante.
Aparte de que no existe un paso intermedio que conecte la formación y la profesionalización, ¿qué otros agujeros padece la danza española?
El problema más grande es la falta de trabajo y mientras exista una falta de trabajo va a ser difícil convencer a los padres de que dejen a sus hijos que vayan al conservatorio. Digamos que todos los problemas empiezan porque no existe una compañía nacional de danza que dé oferta de futuro a toda esa gente que está estudiando en los conservatorios y en las universidades. Pero más allá de este problema, hay otros.
Por ejemplo, si no existe el trabajo en España, ¿cómo conseguimos que nuestros bailarines -que están, en general, muy bien formados- tengan igualdad de oportunidades a la hora de tener trabajo en el extranjero? Para ello necesitan tener una cultura de la danza que pasa por actuar, bailar y conocer el repertorio clásico además de muchas otras cosas: el estilo Graham, la escuela Limón, Kilian… por lo menos un poco, para tener oportunidades y para hacer las elecciones apropiadas para el futuro porque no todos podemos bailarlo todo.
Y en eso nos lleva ventaja Reino Unido…
¡Claro! Y la Ópera de París porque son escuelas que tienen contactos directos. Si tú estás en la Royal Ballet ves todos los días al Royal Ballet ensayar, bailar y a veces estás involucrado en sus actuaciones.
¿Contactos con promotores?
No, de forma orgánica. Es natural que la escuela del Royal Ballet dé oportunidades y dé experiencias. De alguna forma queremos que este Programa de Ayuda a la Danza Clásica sea una oportunidad y una experiencia para todos estos alumnos que se están formando en diferentes escuelas. Y por eso lo hemos abierto y es mediante concurso, para que esté abierto a todo el mundo, todo aquel que quiera tener esta experiencia antes de convertirse en un profesional.
¿En cuánto tiempo cifras ese giro a otras áreas de la danza que tarde o temprano todas las grandes figuras emprenden?
Creo que en los próximos diez años probablemente yo ya estaré evolucionando hacia otras áreas: no sé si investigación, educación, dirección artística… Y para eso me estoy preparando. Este año me voy a Canadá como asistente de dirección del National Ballet of Canada, voy a algunos consejos sobre direcciones artísticas de compañías… Yo me preparo, por si acaso.
Y también preparas un doctorado…
Sí. Es un doctorado de investigación porque hay muy poca investigación científica de danza accesible hoy en día. De alguna forma se ha hecho mucha investigación de cara al deporte de élite, pero eso nunca se ha trasvasado a la danza y aunque algunas de estas investigaciones podemos traducirlas, en realidad no es lo mismo, porque nosotros no nos preparamos para una competición de una vez al año sino que nosotros tenemos una carrera constante, de diez meses, once meses al año.
Yo quiero investigar, desde esos estudios que ya se han hecho para los deportistas de élite, sobre los bailarines de élite y ver qué estructuras pueden ayudar a esos bailarines o cómo desde el alumnado se puede percibir qué alumnos tienen las cualidades psicológicas que los convierten en potenciales profesionales de la danza y, aquellos que no las tienen, cómo podemos ayudarles para que eso no sea una limitación sino que puedan desarrollarse igualmente, (no sólo físicamente que en eso ya estamos muy desarrollados y hay muchas técnicas y muchas escuelas) sino también psicológicamente y con toda la ayuda que los deportistas tienen.
Fuente: publico.es
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