Tamara Rojo: «Queda la duda sobre si Giselle es tonta o se hace la tonta»
Ángeles López
Es la gran estrella del ballet español. Galardonada con el Premio Príncipe de Asturias y el Venios –considerado el Oscar de la danza–, lleva una década siendo la primera figura del Royal Ballet de Londres. Entre La Habana y Tokio (donde estará los primeros trece días de agosto), araña para nosotros unos segundos de su escasísimo tiempo.
-¿Modifica su actitud sobre el escenario, dependiendo del lugar y el público?
-Mi actitud no cambia, pero el ambiente en el teatro es muy diferente según el público. No son sólo los aplausos, sino también los silencios, los murmullos.
-Y ahora, La Habana. ¿Es reconfortante encontrarse con un público tan exigente como el cubano?
-Sí, pero al tiempo supone un plus de exigencia. El Ballet Nacional de Cuba ha realizado una gran labor en extender el conocimiento de la danza al pueblo cubano. La expectación generada en la isla por la llegada del Royal Ballet es impresionante.
-Me han dicho que cuando piensa en su casa, se acuerda de Londres... Siento que la estamos perdiendo, que diría Aute...
-(Risas) De momento, estoy bien en Bloomsbury. En un apartamento con un minúsculo jardín que no cuido lo suficiente por falta de tiempo. Me queda cerca del Covent Garden y puedo ir andando al Opera House. El barrio tiene buen ambiente, está lleno de librerías, cafés y restaurantes con carácter.
-«Soy quien quiero ser: una puta o una enamorada», me decía en la última entrevista...
-Como bailarina, tengo un millón de vidas: me muero veinte veces y vuelvo a renacer. Es la mejor psicoterapia, desde luego, e influye en mi forma de ver la vida. Ponerse en otra piel relaja el alma.
-Empezó a bailar por el olor. ¿Es así?
-Lola Grande, ¡qué bien olía! Una tarde me colé en su clase de ballet. Se impartía en un gimnasio y hacía mucho frío, pero el olor de Lola abrigaba y, además, era el único sitio del colegio donde no había ni gritos.
-Dicen que una persona que mantiene los amigos de su infancia es alguien de fiar, ¿tiene al día su agenda escolar?
-Pues algunos sí y otros se han ido diluyendo por culpa de la distancia.
-Y a mí que me da la sensación de que está en permanente pelea con el aire.
-Es una relación desigual entre la mente y el resto del cuerpo. Sabemos de nuestras limitaciones físicas pero el sistema límbico es exigente y pide más.
-Dígame, para volar, ¿qué es lo mejor?
-Tener un buen partenaire es lo que más ayuda.
-Observo tres constantes en su vida: sacrificio, suerte y generosidad.
-Te falta la sed de conocer y el perfeccionismo.
-Quería ser el Quijote de la danza y volver a España con el caballo y pelear. ¿Quién sería su Sancho?
-La danza en España no necesita Quijotes sino profesionalismo. Cuando sea considerada como el Arte con mayúsculas que es, sin paternalismos ni falsos mesianismos, que muchas veces encubren muchas vergüenzas, probablemente logre el estatus que merece. En cuanto a Sancho, en España hay unos cuantos, también en la danza.
-Con perdón... ¿Cuánto tiempo debe estar una bailarina sobre los escenarios?
-Sin perdón alguno: el que pueda, el que quiera ella y, sobre todo, el público.
-Salió de España con una mano delante y otra detrás y llegó a ser portada del «Times». ¿Me da el teléfono de su «coach»?
-Sin querer relegar las ayudas y consejos de personas a las que admiro como Ricardo Cue y Boris Trailine, no me gustaría dar a entender que la carrera profesional de una bailarina de danza clásica depende del «coach» o de un manager.
-Si ya de pequeña apuntaba maneras de determinación... ¿No es cierto que se sabía Viridiana de Memoria?
-(Risas) Mi padre es un fan de Buñuel y creo que de crío estuvo en alguna toma de Viridiana. En casa sólo se veía «La Clave» y películas de Buñuel, Fellini, Godard...
-¡Qué duro!: ¿una infancia sin E.T?
-Yo nunca vi E.T.
-¿Tampoco pelis de Disney?
-De niña uno de mis personajes favoritos era Blancanieves porque era morena. Era la única película de Disney en que la protagonista tenía el pelo negro, como yo. Me molestaba que todas la heroínas fueran rubias y todas las malas tuvieran el pelo oscuro. ¡Incluso la barbie era rubia! Por eso jamás tuve una muñeca de esas.
-¿Se sigue sintiendo de Chamberí?
-¡Y devota de las fiestas de San Isidro! Aunque... se es también de donde se pace y es de buen nacido ser agradecido, ¿no?
-Me ha dicho un pajarito, que suele decir lo que no debe... ¿la mayor metedura de pata fue...?
-No es tanto que meta la pata, es que no me gusta morderme la lengua cuando veo cosas que no me parecen bien y eso, en nuestro país, sobre todo a los que mandan, no les hace mucha gracia.
-Cuando le dieron el Príncipe de Asturias, ¿qué le dijo Don Felipe?
-«A ver si podemos hacer algo por la danza».
-¿Y...?
-Lo que se ha hecho desde entonces puedes comprobarlo fácilmente.
-Siempre he querido preguntárselo: Giselle, ¿es inocente o boba de remate?
-Es una adolescente del siglo XIX descrita por un poeta romántico francés. A la pobre Giselle nadie le dice que los nobles son unos aprovechados acostumbrados al derecho de pernada. De todas formas, siempre queda la duda sobre si es tonta o se hace la tonta.
-¿Le ha tocado soportar a muchos pagafantas... o a las bailarinas las dejan en paz?
-No domino ese término pero si es lo que me figuro, me ha tocado alguno pero sin graves consecuencias.
-Le fascinan los zapatos, confiese: ¿tiene unos «manolos»?
-Todavía no, pero ganas sobran. A pesar de que los pies de las bailarinas son un drama, tengo unos Jimmy Choo.
-¿Cómo ve la política del Gobierno desde Londres?
-Con la debida distancia.
-¿También le llegan las desavenencias de la oposición?
-Leo los periódicos españoles los fines de semana, pero no sigo el politiqueo partidista, es muy aburrido.
-Los expertos dicen que nunca hemos tenido una clase política tan mediocre.
-Los expertos a lo peor también pertenecen a la misma casta, nunca se sabe.
-Volviendo a la danza, ¿a Nacho Duato habría que darle un tirón de orejas?
-Duato es un gran artista que merece toda mi consideración. Sin embargo, no estoy de acuerdo con algunas de sus decisiones y estrategias. Él representa un estilo estimable pero la danza, la actual y la clásica, es mucho más amplia.
-¿Le cabe la maternidad en sus planes?
-Como puedes imaginar, no de momento.
-Y la librería en la costa... ¿también la pospone?
-He tenido que rendirme a la evidencia, otra vez será.
-¿No me diga que tampoco ha logrado conocer a Benicio del Toro?
-Ni a él ni a Joaquin Phoenix. No consigo que me los presenten. ¿Podrías hacer algo? (Risas).
Un salto contra la ley de la gravedad
Imposible encontrar a Tamara con las piernas de la lógica, mal cruzadas. Ni mal vestida su opinión; ni despeinado su talante... Cincelada su cabeza -a la par que sus miembros- a golpe de diapasón, es, exactamente, lo que quiere ser en cada momento. Y ninguna otra cosa distinta. Con una vida entregada a los aviones, los escenarios y a vencer la ley de la gravedad no pierde ni un segundo la gracia y la perfección. Desde luego, viéndola volar sobre las tablas, a uno le acechan todas sus incómodas tosquedades...
Fuente: larazon.es
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